El domingo pasado fui a Pachacamac para hacer una sesión de fotos. Al terminar, casi a las once de la mañana, pude conocer la Alameda de los chicharrones de Lurín que viene a ser una calle larga con puestos de comidas, casi todos dedicados a vender panes con chicharrones o esta carne frita por kilos.

En el auto, el esposo de mi prima me preguntó: ¿Quieres un pan con chicharrón?, Sí claro, respondí. "Yo vengo todos los domingos a comprar aquí en esta esquinita. Ya me conocen", me explicó. "Señora me sirve 3 panes; pero que parezca para seis", le dijo sonriente a la vendedora.

Aprovechando el momento, abrí la puerta y empecé a tomar fotografías del lugar. Cada puesto tiene un cartel para diferenciarse del otro ya que todos los restaurantes están juntos. Algunos de ellos han optado por cocinar sus chicharrones en ollas grandes al aire libre y con leña.

No obstante a medida que me acercaba a una de las ollas de un puesto de la Alameda de los Chicharrones de Lurín -me atraía el olor a fritura-, fue una sorpresa no grata ver que la carne nadaba en aceite tan negro como mi cabello. Dios, me dije, ese aceite, cómo pueden vender a sus clientes eso. Pero había más. Crucé la pista. Y encontré otra olla cocinando, me acerqué, y el aceite estaba del mismo color que la primera: negro.
Aquí la foto de la primera olla:

Aquí la foto de la segunda olla:

Las razones por las que ambas cocinas empleaban aceite negro son obvias, porque lo usan y vuelven a emplearlo por varios días para economizar gastos.
Para comer chicharrón, según mi percepción, hay que tener un cuidado exquisito. Recomiendo antes de hacerlo, ver cómo lo preparan, si son limpios y si el aceite es claro, como debe ser. La salud es muy importante. Puede ser que la primera fotografía engañe. El pan con chicharrón se ve rico por donde lo mires; pero hay que investigar un poquito antes de comerlo.
*Lurin es un pueblito ubicado cerca a Lima, se extiende desde el KM. 24 de la Autopista panamericana Sur hasta el Km. 42.