
Acompañado de un café bien cargado, este consagrado desayuno piurano dista de las comidas mañaneras que probé en Lambayeque y en La Libertad. En ambos lugares se suele comer chancho frito y humitas dulces.
Desayunos limeños
Hace algunos años atrás, cuando llegué a Lima, quizá me asombré al conocer los desayunos de la capital peruana. En la mesa de unos familiares sirvieron tamales y panes. Asocié de inmediato comerlos por separado con café. Pero no. Los comían juntos. Es decir, uno dentro del otro. O sea, comían pan con tamal. Un escándalo para mi percepción y mi estómago. En ese entonces agaché la mirada, confundida sin saber qué escoger.
Poco a poco me gustaron los panes con chicharrones y camotes fritos con café. Otro desayuno capitalino que, a pesar que a mi hermano no le cuajaba la idea de comerlo, lo probé y me agradó. ¿Pan con camote?, ni loco. Extraño a mi frito, me dijo él.

Y eso me pasa a mí también. Si se trata de escoger, prefiero el desayuno de domingo de mi tierra y sus panes de pueblo, hechos en hornos rústicos y con olor a leña de algarrobo.