27 dic. 2007

El cambiazo

Tuve un abuelito al que lo llamaban "chino Toby", fue panadero y siempre para épocas de navidad la gente del pueblo de Chulucanas (Piura), donde residía, le llevaban pavos y gallinas a fin de que estos se cocieran en su horno de barro. Pero, como para esas fechas navideñas siempre había mucha demanda, a veces solía pasar "el cambiazo". El escritor piurano Carlos Espinoza León lo relata en la Revistilla Aires de mi Tierra de Chulucanas. Pregunté a mi abuelita si todo lo que decía en ese papel era verdad, me dijo que sí y por eso lo comparto con ustedes.

El Cambiazo, por Carlos Espinoza León

Por doquier se escuchaban los villancicos de Navidad en ese 24 de diciembre. Todos los chulucanenses se prestaban a pasar la Noche Buena y las campanas de la Catedral tañían alegremente, mientras que en nuestro parque todo era algarabía.

En el hogar de Juan Sánchez Alvarado todo ya estaba listo sobre la mesa navideña y se esperaba que dieran las doce de la noche para tomar el chocolate y, sobre todo, saborear el pavo de quiniuentos soles, el cual estaba en un azafate envuelto con papel de despacho, tal y conforme como el chino Toby Wong (mi abuelito) lo habían entregado después de haberlo dorado bien en el horno de su propiedad.

Don Juan había dado la orden de no destaparlo con el fin de darle la gran sorpresa a una familia que había invitado, ya que era una de las pocas veces que en Noche Buena iban a comer un pavo tan caro.

El el hogar de don Carlos Palacios Benítez, se había dado inicio a la chocolatada y cuando se quitó el mantel que cubría el azafate, se puso al descubierto un enorme pavo con semejantes choclones, el cual también había sido horneado donde el chino Toby. La señora Tomasita, que era la que había empezado a repartir el pavo, preguntó a su hijo el cual, sentado al lado de sus familiares, no se habían dado cuenta del ave.

-Oye Carlos, ¿Parece que me dijiste que para esta noche sólo habías comprado una gallina de 80 soles?
-Guá dijo sorprendido don Carlos al mirar el azafate. Yo creo que este Toby se ha equivocado y a quién habrá mandado mi gallina, bueno pues, esta no es hora pa' devolver, a lo mejor ya se lo habrán comido.

Mientras tanto Juan Sánchez retiró el papel sonriente, y puso al descubierto el ave, llevándose tremenda sorpresa al ver a una gallina más chupada que bagazo de caña; luego cargó con ella y a todo tranco fue donde Toby, echando chispas, a reclamar. Este a su vez, disculpándose, le dijo que por error a la familia Palacios le habían enviado su pavo. Allá se dirigió acezando, tocó la puerta y salió don Carlos Palacios chupando en choclón.

-Oye Carlos, vengo por mi pavo, dijo colérico Juan sánchez no creo que no te vas a haber dado cuenta que la tuya era una gallina, ah?
-Ché contestó bromeando don Carlos. Yo creía que se habían hinchado con la candela.
-Hincháuu nooo, so' miércoles, reviéntatelo pues, y se fue con su gallina debajo del brazo resondrándolo.
-Guá alcanzó a decir ofuscado don Carlos la suerte es así...al que le toca le toca.

21 dic. 2007

Menú a lo piurano

La comida piurana es fabulosa, deliciosa. Después de algunos meses, estoy de regreso, estoy en Piura. Aprovechando las vacaciones y muy cerca a las fiestas navideñas, llegué a mi ciudad ayer después de cerca de 17 horas de viaje. Pero no importa, ya estoy aquí, hace calor, y la buena comida me hizo olvidar todo.

Hace unas horas estuve en Frescomar, restaurante cevichería, con 38 años de funcionamiento, ubicado en Jirón Libertad 744, cerca a la Plaza de Armas de Piura y las siguientes fotografías dan cuenta de esa rica comida que preparan ahí. Simplemente alucinante, excelente sazón.

*Ceviche mixto piurano






















Tamalitos verdes




















*Seco de cabrito






















*Seco de chavelo, majado de yuca y carne aliñada






















*Cachemas encebolladas a la parrilla

6 dic. 2007

Conociendo Matucana

Soy de esas personas que le encanta viajar al interior del país para conocer su gente, sus calles, como su gastronomía. Unas semanas atrás viajé a Matucana, un pueblito ubicado en la provincia de Huarochirí, a tres horas de Lima. Aquí un poco de este bello lugar.





Llegué temprano, y lo primero que hice fue recorrer su calles. Y encontré a un artista en plena faena. El estaba dando los últimos toques a una de las fachadas de una casa blanca. Dibujaba uno de los atractivos turísticos de Matucana. El mismo me contó que el Municipio lo contrató para pintar algunas viviendas del lugar, ha plasmado desde la gastronomía, música, vestimenta hasta el conocido Marcahuasi, entre otros.



Con mucha paciencia y esmero el pintor de Matucana nos dice que le gusta su trabajo porque de esa manera su arte se ha convertido en un atractivo más de la pequeña ciudad muy cerca a la capital peruana.




En plena plaza de armas, hay pequeños puestos de comida. Ofrecen desde las deliciosas y calientes cachangas con un toque dulzón y papas rellenas con una salsa de queso del lugar y rocoto de color naranja como también café para combatir ese frío tan característico de allí.



Estas famosas cachangas de Matucana también se venden al costado del mercado del sitio. Salen como siempre calientes, al instante, pues se hacen en tan sólo tres segundos con aceite bien caliente y se comen especialmente para el desayuno y al atardecer.



Otras de las buenas comidas con precios muy cómodo son los sancochados. Que también se vende cerca al mercado o a la Plaza. A cuatro soles se degusta un buen sancochado de buena consistencia, sabor.



Regresamos a Lima con ganas de seguir conociendo sus atractivos turísticos que en realidad son muchos.

1 dic. 2007

La tía Angélica de Pucusana y sus ceviches

A pesar que bordea los 75 años, es tan ágil preparando ceviches como una cocinera de 20. Como si fuera poco, con un carisma impresionante, se da un tiempito para sentarse con sus clientes, conversar y apreciar ese panorama de embarcaciones coloridas de pescadores. Ella tiene un pequeño puestito a orillas del mar, en Pucusana. Y sus pescados marinados en jugo de limón son tan frescos como el aire que corre al medio día.





















Tan sólo una hora y media nos toma llegar a Pucusana, un balneario de pescadores, cerca de Lima. Es fin de semana y hay mucha gente que al igual que yo ha viajado simplemente para ver ese mar azul y las embarcaciones de colores juguetones. El viaje valió la pena, me digo. Aún más lo es recorrer el balneario donde hay una serie de restaurantes, cevicherías junto al mar.

Es casi medio día y veo pescadores que arreglan sus redes. Estoy en el Terminal pesquero y todo es nuevo para mí. Desde ver las gaviotas y pelícanos que revolotean dentro del lugar y caminan como si fuera su propia casa sin temer a los pescadores y a los visitantes. Es ahí donde los pescadores llegan con su mercadería, la pesan, la venden. Ellos tienen que viajar mar adentro más de seis horas como me lo cuenta uno de ellos para poder traer su embarcación llena.





















Es hora de almorzar. Obviamente será pescado. Y es así como por esas casualidades de la vida llego a conocer a la señora Angélica, muy conocida en Pucusana. Aunque al principio no lo sabía; pero un no sé qué me llamó la atención cuando la vi. Quizá por su mirada tierna. Quizá por ese cangrejo tan grande en su plato.

En pocos minutos nos entrega un ceviche, preparado al instante frente a todos como lo indica su cartel. Manos ágiles, buena sazón. Le pregunto hace cuánto tiempo los prepara. Desde el 50, me dice y sonríe.





















Y empieza a hablar. “Hace poco vino esa niña. Sonaly Tuesta, creo. La del canal 7. Vino y me entrevistó. También ese muchachito que es chef, Gastón Acurio y le gustó mi ceviche”, me dice doña Angélica mientras que prepara tres ceviches más para unos comensales que acaban de llegar. Apenas los termina, se los da a su nieta para que los entregue. Se sienta en mi mesa y nos sigue contando. “¿Te gusta mi ceviche? Aquí siempre venía ese actor Christian Meier a comer. Las chicas no lo dejaban en paz. Pero al final quedaba contento con mi comida, vuelve a sonreír como una chica de quince.





















A pesar que llegan más comensales ella continúa conversando. “Lo que yo preparo es muy fresco, lo hago al toque. Mira esos restaurantes al frente, están vacíos. Hace poco vinieron unos extranjeros y se fueron enronchados porque sus pescados están guardados en la congeladora. En cambio los míos son recién salidos del mar”, se jacta muy segura.

Llena de vida, como lo es su balneario, doña Angélica cuenta su sueño, que es irse al extranjero y abrir su propio restaurante, pese a su edad. Esperamos que así sea.