1 dic. 2007

La tía Angélica de Pucusana y sus ceviches

A pesar que bordea los 75 años, es tan ágil preparando ceviches como una cocinera de 20. Como si fuera poco, con un carisma impresionante, se da un tiempito para sentarse con sus clientes, conversar y apreciar ese panorama de embarcaciones coloridas de pescadores. Ella tiene un pequeño puestito a orillas del mar, en Pucusana. Y sus pescados marinados en jugo de limón son tan frescos como el aire que corre al medio día.





















Tan sólo una hora y media nos toma llegar a Pucusana, un balneario de pescadores, cerca de Lima. Es fin de semana y hay mucha gente que al igual que yo ha viajado simplemente para ver ese mar azul y las embarcaciones de colores juguetones. El viaje valió la pena, me digo. Aún más lo es recorrer el balneario donde hay una serie de restaurantes, cevicherías junto al mar.

Es casi medio día y veo pescadores que arreglan sus redes. Estoy en el Terminal pesquero y todo es nuevo para mí. Desde ver las gaviotas y pelícanos que revolotean dentro del lugar y caminan como si fuera su propia casa sin temer a los pescadores y a los visitantes. Es ahí donde los pescadores llegan con su mercadería, la pesan, la venden. Ellos tienen que viajar mar adentro más de seis horas como me lo cuenta uno de ellos para poder traer su embarcación llena.





















Es hora de almorzar. Obviamente será pescado. Y es así como por esas casualidades de la vida llego a conocer a la señora Angélica, muy conocida en Pucusana. Aunque al principio no lo sabía; pero un no sé qué me llamó la atención cuando la vi. Quizá por su mirada tierna. Quizá por ese cangrejo tan grande en su plato.

En pocos minutos nos entrega un ceviche, preparado al instante frente a todos como lo indica su cartel. Manos ágiles, buena sazón. Le pregunto hace cuánto tiempo los prepara. Desde el 50, me dice y sonríe.





















Y empieza a hablar. “Hace poco vino esa niña. Sonaly Tuesta, creo. La del canal 7. Vino y me entrevistó. También ese muchachito que es chef, Gastón Acurio y le gustó mi ceviche”, me dice doña Angélica mientras que prepara tres ceviches más para unos comensales que acaban de llegar. Apenas los termina, se los da a su nieta para que los entregue. Se sienta en mi mesa y nos sigue contando. “¿Te gusta mi ceviche? Aquí siempre venía ese actor Christian Meier a comer. Las chicas no lo dejaban en paz. Pero al final quedaba contento con mi comida, vuelve a sonreír como una chica de quince.





















A pesar que llegan más comensales ella continúa conversando. “Lo que yo preparo es muy fresco, lo hago al toque. Mira esos restaurantes al frente, están vacíos. Hace poco vinieron unos extranjeros y se fueron enronchados porque sus pescados están guardados en la congeladora. En cambio los míos son recién salidos del mar”, se jacta muy segura.

Llena de vida, como lo es su balneario, doña Angélica cuenta su sueño, que es irse al extranjero y abrir su propio restaurante, pese a su edad. Esperamos que así sea.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Por que no se pone en contacto con algun restaurante en el extranjero....especialmente en los estados unidos, y les dice el sueño de esta señora, aunque no llegue a abrir un restaurante, aunque sea puede trabajar en uno y hacerse chef famosa!!! :)